La cultura atacama estaba constituida por un conjunto de comunidades instaladas en el extremo noroeste de la Argentina y extendiéndose a la región chilena del mismo nombre: la Puna, que ocupaba el oeste de Jujuy, Salta y el noroeste de Catamarca.
El conjunto cultural de la Puna, precisado como una verdadera unidad, fue lo que Bennet definió como Puna complex, con características adaptativas interesantes en un medio decididamente hostil. La lengua cunza o atacameña es diferente del quechua y del aymara, si bien ha recibido préstamos de ambos y también del araucano e, incluso, del español. Es de presumirse que todavía se hable en algún punto de nuestro territorio.
Los atacamas fueron cultivadores de maíz, papa y porotos; construyeron andenes de gran extensión y es poco probable que hayan tenido canales de irrigación.
Conservaban su alimento en grandes cantidades y como reflejote un sistema adaptativo muy elaborado quedan vestigios en el variado instrumental: hachas (para la extracción de sal), palos cavadores, cucharas, ollas, azadones, etcétera. Como sus hermanos de la región, también fueron pastores y en menor medida cazadores.
El patrón de asentamiento repite el modelo de diaguitas y omaguacas: por un lado el poblado (aunque en este caso con escasas viviendas) y por otro, el sitio defensivo.
Característica de la cultura atacama era la deformación craneana con fines aparentemente estéticos e inclusive las deformaciones dentarias. (Boman atestigua en un niño de siete años dos incisivos limados en vida.)
Las industrias destacadas son la alfarería (muy tosca), la metalurgia (escasa), la piedra (muy utilizada), la madera y el hueso.
Relaciones en el seno de la comunidad: Prácticamente nada sabemos acerca de la organización interna de la comunidad. Solo que es muy probable que la familia haya constituido el núcleo básico sobre el cual estaba la parcialidad, que a su vez quedaba a cargo de un cacique, en un esquema organizativo semejante al del resto de las culturas del Noroeste.
Relaciones con lo sobrenatural: En algunos poblados se han encontrado construcciones de dimensiones mucho mayor que las habitaciones, probablemente templos.
Son interesantes los hallazgos del Pucará de Rinconada, en donde fueron encontrados menhires de hasta dos metros de altura, y pequeños ídolos antropomorfos de piedra (¿amuletos?).
Es importante consignar asimismo el descubrimiento de tabletas para la absorción de alusinógenos, decoradas con figuras antropomorfas. Además de haber sido utilizada como elemento de ayuda en la adaptación del hombre a ese territorio inhóspito, es casi seguro que la practica de la absorción de alusinógenos estuviera vinculada con rituales de origen religioso.
La droga utilizada, el cebil o piptadenia, es de uso muy difundido en nuestro continente, desde el Caribe hasta el noroeste, en donde además de los atacamas la tenían incorporada los comechingones y los lules.
Los usos que se daban a esta droga eran múltiples, pero siempre encuadrados dentro de lo sagrado: los trances, las curas chamánicas, las ceremonias colectivas. En otras oportunidades y según las culturas, se la empleaba antes de las guerras para aumentar la capacidad combativa. Variedades de esta droga se conocen también entre los guaraníes y los matacos.
Como siempre, la funebria aporta elementos para la comprensión mas acabada de la cultura. Los atacamas enterraban a sus muertos en grutas naturales que eran completadas con “pircado”. El difunto era depositado con todas sus pertenencias (inclusive las tabletas de cebil).
Se practicaban seguramente sacrificios humanos. El ejemplo más claro al respecto es el hallazgo en Salinas Grandes en 1903. Se trata de un niño de alrededor 7 años, lujosamente vestido con adornos de oro y bronce. La muerte se produjo por estrangulamiento y la cuerda se encontró arrollada al pescuezo.
Relaciones con otras comunidades: La Puna, al igual que la quebrada de Humahuaca, fue un área de intenso tránsito producto del comercio pero al igual que en las dos culturas vistas precedentemente, la guerra fue el lazo de contacto con otros pueblos, si bien no alcanzó el desarrollo observado entre diaguitas y omaguacas.
Los atacamas, poseedores de numerosos rebaños de llamas, transportaban sal con fines de intercambio en las regiones aledañas. Recíprocamente este producto era cambiado por cerámicas del área diaguita y peruana así como también por nuestras ya conocidas valvas de moluscos del Pacífico a través de la Puna chilena. Indudablemente mantuvieron el contacto más cercano con los omaguacas. Soportaron además la penetración incaica y en su territorio fueron alocadas parcialidades “chichas” del área boliviana.
martes, 20 de abril de 2010
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